El Reencuentro
Cuando subió al coche sintió un Déjà Vu que le ocasionó cierto mareo. No reconocía la tapicería de aquel nuevo lugar, pero el olor a perfume caro seguía inundando cada parte de su memoria. Allí estaba él, años después, con las manos sobre el volante y en mangas cortas. Un tatuaje recorría su antebrazo y el recuerdo de alguna conversación sobre la posibilidad de hacérselo la hizo sonreír. No dijeron nada, ella se sentó, se atusó el pelo nerviosa y él siguió por la carretera de aquella calle céntrica sin pestañear. Al cabo de unos minutos, él rompió el hielo. La voz le sonaba distinta. - ¿A dónde siempre? - Venga. Contestó ella. El corazón le latía con tanta rapidez que temió que él pudiera escucharlo. El sudor le recorría la espalda, el remordimiento le hacía sentir náuseas y aquel perfil concentrado en la carretera despertaba sus ganas. Cuando aparcó frente a la playa y apagó las luces ella suspiró fuertemente, sentía la presión de ese nudo imaginario que se instala en tu garganta