Complicidad
La cabeza le daba mil vueltas, giraba sobre sí con el mojito en la mano izquierda y la derecha tocando el aire que desprendía el movimiento de su vestido largo. Era verano y era sin duda su verano, como todos, porque si algo le daba la energía que necesitaba para todo el año, era aquel mágico solsticio que llenaba de buenas vibraciones su cuerpo. Lola la miraba risueña mientras le daba una calada intensa al cigarrillo. Andrea paró en seco. - Dame una calada. - Tú ya no fumas - Yo ya no soy yo Aspiró profundo aquel imperdonable vicio y el humo recorrió su garganta hasta salir por la nariz de vuelta. Se sintió poderosa a la par que culpable, pero olvidó aquel segundo sentimiento para concentrarse en el primero. La temperatura era perfecta, la arena aún conservaba el calor de la jornada de sol y sus pies se perdían entre los trocitos de conchas casi insignificantes de aquellas tierras de sal. La noche caía serena sobre la bahía, que bañada por la luz intensa de la luna más hermosa del añ