El Reencuentro

 


Cuando subió al coche sintió un Déjà Vu que le ocasionó cierto mareo.

No reconocía la tapicería de aquel nuevo lugar, pero el olor a perfume caro seguía inundando cada parte de su memoria.

Allí estaba él, años después, con las manos sobre el volante y en mangas cortas. Un tatuaje recorría su antebrazo y el recuerdo de alguna conversación sobre la posibilidad de hacérselo la hizo sonreír. 

No dijeron nada, ella se sentó, se atusó el pelo nerviosa y él siguió por la carretera de aquella calle céntrica sin pestañear.

Al cabo de unos minutos, él rompió el hielo. La voz le sonaba distinta.

- ¿A dónde siempre?

- Venga. Contestó ella.

El corazón le latía con tanta rapidez que temió que él pudiera escucharlo. El sudor le recorría la espalda, el remordimiento le hacía sentir náuseas y aquel perfil concentrado en la carretera despertaba sus ganas.

Cuando aparcó frente a la playa y apagó las luces ella suspiró fuertemente, sentía la presión de ese nudo imaginario que se instala en tu garganta cuando te sientes sobrepasado.

Él se quitó el cinturón, se giró hacia ella y con voz burlona y casi sin darle tiempo a reaccionar la atravesó con sus palabras.

- Te dije que volverías.

Andrea puso los ojos en blanco y se tapó la cara.

- Te odio

Él mientras apagaba el móvil, le dijo casi murmurando, un ya añejo y cómplice -Idem-

Charlaron durante el atardecer, el rubor de sus mejillas se iba disipando hasta encontrarse en un mundo cómodo, marcado por las miradas, el desahogo y los comentarios directos.

Cruzaron palabras prohibidas, se buscaron en alguna confesión, repasaron las conversaciones de los días previos al encuentro y el reloj volaba a su antojo.

- ¿Qué hora es? ¿No es esa hora verdad? Andrea señaló el reloj verde de la pantalla del navegador.

- No, es más temprano, no cambié la hora.

-¡Mentiroso!

Ambos rieron hasta que sus risas se calmaron y dieron paso al silencio. Se quedaron callados, mirándose.

Andrea sentía miedo y presión en el pecho, no sabía qué hacía allí, se sentía culpable, se sentía perdida, se sentía a pesar de todo... en casa.

Y de pronto se descubrió cerca de él, y quiso más, se fundió en un abrazo de esos que arden, respiró el aroma de su cuello, notó su aliento cerca. Por un momento temió separarse de él y encontrarse cara a cara con su pasado. Pero, él la apretó más fuerte para dejarla escapar de a poco. - Te lo prometí- le susurró y entonces ella se se alejó de su abrazo y se quedó muy quieta frente a su boca al tiempo que se mordía el labio. Recordó sus besos, sus manos, las noches de coche en la playa, los cristales llenos de lujuria, sus cuerpos desnudos y sintió miedo. Suspiró, pensó, y paró.

- Venga que van a poner una orden de búsqueda y captura si llego más tarde.

Y así se dejaron, paradójicamente en la misma esquina de la misma calle, alejada de las miradas de los vecinos, regresando ella a una vida que poco tenía que ver con la de hace años, regresando él quizás a la misma de entonces, pero sin ella.

Nada más, solo charlas, solo buenos días, solo el deshago de las canciones de siempre... porque ella sabe que como dice Sabina, "Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver..."

Merche...



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