A oscuras y con los pies descalzos...
Vengo a
pedirte perdón. Sí, ahora, como
dice el refranero español, a toro pasado.
Te pido
perdón por las noches que he llorado tus besos y las mañanas de resaca, fruto
del olvido falaz que te otorga el alcohol.
Siento
de corazón haberte regalado tantos versos, tanta atención, demasiadas promesas
de cambio.
Siento haberte engañado y más aún la de
mentiras que yo misma me he creído.
Siento
haberte hecho creer que podría morir sin tus labios, sin el verde fulgor de tus
ojos o la inmortal sonrisa con la que
los dioses te han bend ecido.
Perdóname.
Como has podido comprobar, sigo
viviendo.
Inmortalicé
cada vez que tus manos me tocaron y cada palabra, aunque escasa, que salía de
tu boca.
Utilice
la magia de un primer beso para crear mi coraza, porque quise creer que eras la salida a mi
laberinto y la luz final de las velas cuando van a morir.
Mentí. Vendí nuestras miradas por recuperar a las
musas que me habían abandonado y te hice huir con mi mentira entre los dedos.
Mis
sábanas creyeron que como tú no habría otro y eso me hizo seguir buscando
durante cuarenta días y cuarenta noches, la manera de hallar en otros lo que tú me
diste. De nada sirvió. Ni siquiera para escribir.
Siempre
serás mi pluma, el verso perfecto o la rima asonante más hermosa, pero tengo
que ser sincera contigo, no serás más inmortal que el tiempo que te regalen mis
poemas.
Yo
misma fui testigo de esta tela de araña, de esta poca moral a la hora de hacer
las cosas, pero todo se me escapó de las manos.
Sentí
tan profundo y caí tan rápido, que quise culparte de mi suerte, sin percatarme
hasta hoy, de que tan solo me empujaste a conseguir lo que había dejado atrás.
Desde
la felicidad también se escribe, pero no desprecies nunca lo que te escribí
cuando me sentía tan miserable, porque cree en lo que te digo, nadie escribirá
sobre ti con más amor que yo.
Te has
ido y ya no pienso en ti, eres un leve recuerdo que en ocasiones intento borrar
sin llegar a descifrar la manera, pero
te he querido, o te quise, o quizás jamás sentí nada, el caso es que cuando el tiempo se ha dedicado
a ordenar esta habitación, me han
entrado unas ganas irremediables de escribirte para pedirte perdón.
Merche…
Comentarios
Publicar un comentario