Encuentros II
Andrea había pedido lo de siempre, su amiga había cambiado de opinión
dos veces pero se decidió por un tinto de verano.
- ¿Estás segura?
Andrea bajó la mirada y se perdió en su Coca Cola zero para seguidamente
quedarse mirando los botones verdes del blusón de Alejandra.
- Sabes que nunca lo estoy. Ni con esto ni con elegir un par de zapatos.
Eran amigas desde hacía bastante, no desde la infancia, pero lo
suficiente para saber que eran parte la una de la otra.
- Pues creo que deberías pensarlo. Sabes que te apoyo, pero no creo que
esté siendo contigo tan bueno como dices.
Era cierto, Alejandra siempre había apoyado las decisiones de su
compañera de fatigas y juergas, pero también era la que luego soportaba como se
derrumbaba y le caían las lágrimas una tras otra. Por eso y por el mero hecho
de no verla hundirse en una serie de complejos que veía absurdos, intentó que
aquello fuera un consejo productivo.
Andrea quitó el limón del vaso y vertió la bebida con sumo cuidado, para
evitar que perdiese el gas.
- ¿Y tú?
Alejandra le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
-Me he enamorado, amiga.
Andrea la miró entornando los ojos y ofreciéndole su mueca de siempre.
- ¿otra vez?
Ambas rieron al unísono.
Alejandra era una chica inteligente, tenía una mirada enigmática, siempre
difuminada por algún color oscuro y una piel pálida preciosa. El único defecto
que tenía no era otro que el desconocer, cuantísimo valía.
Siempre había estado ahí, siempre, cuando le hacía falta un hombro al
que arrimar sus miserias, cuando casi cae en la tela de araña de aquel hombre
al que fingió no amar ni un poco, pero que era el motivo de haber cogido ese
tren durante años, a la misma hora, para llegar antes que nadie y poder pasar
al despacho sin necesidad de esperar.
Ella fue siempre su cómplice, su Pepito Grillo y su empujón cuando le
daba miedo lanzarse a por algo.
- ¿También lee?
Volvieron a reír a carcajadas.
Soy muy afortunada, pensó Andrea. No todo el mundo tiene a alguien así a su lado. No está al alcance de todos, encontrar a una persona que sea capaz de
brindarte, sin pedir nada a cambio, algo tan básico, como su compañía.
Merche...
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