Me gustas.
Me gustas de una manera que no imaginas, de una forma que ni yo, puedo
creer.
Me encanta tu forma de reír, la manera que tienes de enseñar levemente
los dientes y la gravedad húmeda de tus labios.
Me apasiona la forma certera de
tus manos en mis caderas y el compás de las caricias más buscadas.
Soy adicta a tus ojos, a sus pupilas grandes, al iris de cada uno de
ellos, a su color, que a la luz es más hermoso si cabe.
Me gusta la forma que tienes de ver la vida, la tranquilidad con la que
hablas y vives. Lo fugaz de tu pensamiento.
Podría decir que me vuelves loca cuando hablas de libros, cuando
escribes y tu mente se mancha de tinta...
Me gustas, lo sabes, pero yo lo ignoro.
No quiero saberlo y cierro los ojos fuerte y aprieto los labios y me
muerdo las ganas. No puede ser que alguien como tú pueda llegar a gustarme.
Eres impávido ante la guerra y yo ya he fusilado a medio batallón. No,
no puedes ser tú, sereno ante mi oleaje fuerte ...
(No hay más rincón que aquel que yo pinto para refugiarme de los que son
como tú.)
Impertérrito me ves caer, caigo una y otra vez y tengo las manos llenas
de heridas, tú sigilosamente sonríes, enseñas los dientes de a poco y me dejas
tropezar otra vez.
Me gusta tu olor, tanto como a un drogadicto la heroína... puedo olerme
las manos hasta herirlas, pero nunca vuelves...
Eres todo aquello que siempre he negado, llegas, desordenas y te vas...
Y yo soy levedad a tu lado, necesito un sustento o pierdo el
equilibrio...
y estoy, en estos momentos, sintiendo vértigo...
Merche...
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