Divagaciones

Jugaba con la taza en sus manos, como siempre, para encontrar calor en ellas. Él masticaba un trozo de gofre calentado en el microondas y tenía los pies sobre la mesa de madera chapada.
Esas tardes le gustaban a ella, tardes de divagar y arreglar el mundo.

-¿Sabes lo que llevo días pensando?

- Sorpréndeme.

- ¿No crees que una vida no es bastante?

Él dejó de masticar y le dedicó una mirada de desconcierto.

- Sí, a ver, me refiero a que hay personas que tienen suficiente con una sola vida, pero yo no.  Me quita el sueño pensar que no me dará tiempo a leer todas las novelas que existen, seguro que moriré sin saborear a grandes escritores que han luchado por su sueño y yo les voy a defraudar. Seguramente Dios o el que sea que ha creado la tierra, se sentirá fatal si no le doy la oportunidad a mis ojos de contemplar tanta belleza y hay gente por la calle a la que me encantaría besar y no podré.

- ¿Besar a extraños?

Andrea suspira y sonríe, ambas cosas a la vez. Lo mejor de Jaime es sin duda que siempre consigue las dos cosas de ella.

- ¿y si tuviéramos la posibilidad de vivir tantas vidas como libros que leer, personas que amar o paisajes en los que dejar divagar tus retinas?

- Seguramente te aburrirías...

Ella parpadeó un instante y contestó...

- No puedo llevarme a la tumba tanto amor, ni abandonar mis ojos a la oscuridad habiendo tanto que ver, ni tanto libro por vivir...

-Ni tanto labio que besar.

- Exacto, ni tanto labio que besar...

Merche...


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