"Y sonó un beso..."

Si todo fuera cuestión de magia allí estaba toda la que se necesitaba.

Tras largas horas de charlas, algún café en día de lluvia o tras la excusa de conocer los rincones más recónditos de aquellas personalidades, se había forjado un misterioso lazo que los mantenía en vilo cada noche y no les daba tregua ni en la más oscura de las vigilias.

Uno frente al otro. La pared fría pegada a su espalda, impedía a Andrea pensar con claridad, había imaginado tanto aquel encuentro que cualquier realidad sería ya un eco en su imaginación privilegiada.

Él la miraba absorto, le temblaba el pulso aunque lo intentaba esconder y las manos no le respondían como creyó que lo harían llegado el momento.

Ella suspiró y deseó con todas sus fuerzas que se cerraran todas las puertas que daban al mundanal ruido y se olvidaran las reglas en la mochila de algún viajero, así se irían lejos, quizás a miles de kilómetros de aquella habitación.

De pronto sintió su aliento, que pudo reconocer, lleno de ganas, abrió los ojos y lo encontró más cerca  de lo que lo había dejado al cerrarlos.

Ya estás otra vez soñando despierta, concéntrate Andrea. Se dijo mientras notó un calor caer por su espalda e instalarse en el vientre.

Tragó saliva y respiró profundo.

Ahora va a besarte. El corazón le palpitó con furia.

Él aspiró profundamente el olor de su cuello y se percató de que se le erizaba la piel cuando le rozaba con su respiración, volvió a incorporarse y la besó.

Fue lento, preciso, certero, como una flecha en las manos del mejor arquero, húmedo en su justa medida y lleno de un calor contenido en días.

Ella le rodeó el cuello y él la apretó contra su cuerpo, dejando que el calor le dijera sin palabras que aquella espera había merecido la pena…

Se besaron durante minutos, lejos del ruido de un mundo, que no entendía de magia.


Merche

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